El aguila y el chimango

Una vuelta un hombre decidió poner a prueba la Providencia del Señor Dios. Muchas veces había sentido decir que Dios es un padre amoroso y que se ocupa de todas sus pobres criaturas. El hombre quería saber si realmente Dios también se ocuparía de él y le mandaría lo que cada día necesitaba.
Entonces decidió irse campo adentro hasta un montecito solitario, para esperar allí que Dios le enviara su diario sustento, por manos de alguien que fuera lugarteniente de su providencia. Y así lo hizo. Una mañana, sin llevarse nada consigo para comer, se internó por esos campos de Dios y se metió en el montecito que había elegido. Lo primero que vio lo dejó asombrado. Porque se encontró con un pobre chimango malherido, que tenía una pata y un ala quebrada. No podía volar ni caminar. En esas condiciones no le quedaba otra que morirse de hambre, a menos que la providencia de Dios lo ayudara.

Nuestro amigo se quedó mirándolo, en espera de ver lo que sucedería. En una de esas vio sobrevolar un águila grande que traía en sus garras un trozo de carne. Pasó por sobre el bicho lastimado y le arrojó la comida justito delante como para que no tuviera más trabajo que comérsela.


Era como para creer o reventar. Realmente, el hecho demostraba que Dios se ocupaba de sus pobres criaturas, y hasta se había interesado por este pobre chimango malherido. Por lo tanto no había nada que temer. Seguramente también a él le enviaría por intermedio de alguien lo que necesitaba para su vida. Y se quedó esperando todo el día, con una gran fe en la providencia.
Pero resulta que pasó todo aquel día, y nadie apareció para traerle algo de comer. Y lo mismo pasó al día siguiente. A pesar de que nuevamente el águila había traído una presa para el chimango, nadie había venido a preocuparse por él. Esto le empezó a hacer dudar sobre la real preocupación de¡ Señor Dios por sus hijos.
Pero al tercer día sintió que sus deseos finalmente se cumplirían, porque por el campo se acercaba cabalgando en dirección al montecito, un forastero. Nuestro amigo estuvo seguro de que se trataba de la mismísima providencia de Dios en persona. Y sonriendo se dirigió hacia él.
Pero su decepción fue enorme al comprobar que se trataba de una pobre persona que tenía tanta hambre como él y, como él, carecía de algo con qué saciarla. Entonces comenzó a maldecir de Dios y de su providencia que se preocupaba sí de un pobre chimango malherido, pero no se había interesado por ayudarlo a él que era su hijo.
El forastero le preguntó por qué se mostraba tan enojado y maldecía a Dios. Entonces él le comentó todo lo que estaba pasando. A lo que el forastero le respondió
muy serio:
-Ah, no, amigo. Usted en algo se ha equivocado. La providencia realmente existe. Lo de los dos pájaros lo demuestra clarito. Lo que pasa es que usted se ha confundido de bicho. Usted es joven y fuerte. No tiene que imitar al chimango sino al águila. Si nos preocupáramos más por las necesidades de los demás, ciertamente nos resultaría más fácil creer en la providencia.
Reflexionemos:
*¿En qué situaciones pongo a prueba la providencia de Dios? ¿Me ubico como chimango o como el águila?
*¿Soy agradecido con lo que tengo, o siempre quiero más?
*¿Dejo que Dios me use como instrumento para llevar su providencia a los hermanos?
*¿Cuándo veo la necesidad de mi hermano, busco la manera de aliviarlo o me quedo esperando un milagro del cielo?
Que la Palabra de Dios sea quien nos interpele y guíe con su luz infalible:
Sal 104,27-28; Sal 145,9; Sal 146,7-9; Sal 34,11; Os 11,1-4; Jer 17,5.7; Ex 16,15-18 Lc 12,24-32; Mc 5,36; Mt 6,25-34; Mt 10,29-31; Mt 19,29; Fil 4,19; Rom 8,28
Profundizando:
Dios es amor y nos ama infinitamente. Por eso, nada de lo que nos pasa puede ser indiferente para Él. Él nos cuida como a la niña de sus ojos y tiene contados hasta de los cabellos de nuestra cabeza. Dios dirige toda nuestra existencia hasta en los más mínimos detalles. Nada escapa a su cuidado y las mismas fuerzas del universo están a su servicio para bien de los hombres. Abandono es una palabra que frecuentemente estaba en los labios de don Calabria y que para muchos tal vez no era entendida. Para él y para toda la obra, era y es claro. Significa: “entregar a Dios Padre nuestra vida y todo aquello que nos inquieta”, “ponerse confiadamente en las manos del Padre”
Entregar la propia vida significa entregarla en todas sus facetas: salud, enfermedad, riqueza, pobreza. Entregar la familia, los seres queridos, nuestros sueños, proyectos, el apostolado, éxitos y fracasos.
En resumen, entregar todo. San Juan Calabria no fue un teórico del abandono sino que lo hizo vida e invitó y contagió a muchos otros con su ejemplo.
En muchas ocasiones exhortaba a sus hermanos diciendo:.. “Recordemos que la divina Providencia es una tierna madre que todo lo ordena para nuestro bien, o mejor diría para nuestro mayor bien. Dejémonos llevar por sus manos maternales”San Juan Calabria
 ¿Creo realmente que la Providencia acompaña y sostiene como tierna madre toda mi vida?
 ¿Descubro a la Providencia en lo cotidiano o espero una “manifestación “extraordinaria” como el hombre del cuento” ¿Soy agradecido/a por todo lo que Dios me regala día a día?
 ¿ Cómo amigo de la obra, hermano externo, laico calabriano o religioso/a como vivo y manifiesto esta confianza en lo cotidiano?
 ¿Cual es mi compromiso a partir de lo reflexionado y trabajado para en mi día a día

AMA, ADORA Y CONFÍA ( Dios es PADRE)

No te inquietes por las dificultades de la vida,
por sus altibajos, por sus decepciones,
por su porvenir más o menos sombrío.
Quiere lo que Dios quiere.
Ofrécele, en medio de las inquietudes y dificultades,
el sacrificio de tu alma sencilla que, a pesar de todo,
acepta los designios de su providencia.
Piérdete confiado ciegamente en ese Dios,
que te quiere para sí.
Y que llega hasta ti, aunque jamás lo veas.
Piensa que estás en sus brazos, tanto más fuertemente abrazado,
cuanto más decaído y triste te encuentres.
Haz que brote, y conserva siempre en tu rostro,
una dulce sonrisa, para todos sin excepción,
y recuerda, cuando estés triste:
Ama, adora y confía.
Dios vela por ti y su Amor empapa tu vida.
Métete en el océano infinito de su divino amor.
Vuela como un pájaro por el cielo de su luz
y sonríe a la vida, porque Dios es tu Padre
y te AMA.
Amén.

Llamados a santificar nuestras familas

La mejor familia del mundo

Una bonita mañana de mayo, Carlota estaba jugando en el jardín del orfanato cuando la directora la llamó a su despacho.



—Te ha adoptado una familia, Carlota. Vendrán a por ti mañana —dijo. Por supuesto, los otros niños no tardaron en enterarse de la buena nueva.
— ¡Qué suerte!
— ¡Que envidia!
— ¡Felicidades, Carlota!
— ¿Cómo crees que será tu nueva familia?
Carlota cruzó los dedos y pidió un deseo: “Espero que sea la mejor familia del mundo.” Esa noche, Carlota no podía dormir de los nervios y pensó en cómo sería la familia perfecta. Imaginó que la adoptaba… ¡una familia de pasteleros!
Si la adoptaba una familia de pasteleros, viviría en una pastelería. Podría pasar el día entre tartas, pasteles, bollos y bombones. Escribir mensajes de azúcar en las tartas y sorber el merengue de los pasteles de merengue. Tendría palmeritas de chocolate para desayunar, comer, merendar y cenar. Sin duda, ¡una familia de pasteleros sería la mejor familia del mundo!
Aunque pensándolo mejor… Como seguía sin poder dormir, Carlota volvió a pensar en cómo sería la familia perfecta. Imaginó que la adoptaba… ¡una familia de piratas!
Si la adoptaba una familia de piratas, viviría en un barco pirata. Podría navegar por los siete mares. Pintar banderas de calaveras y huesos y buscar tesoros de doblones de oro. Luciría un mono en el hombro derecho, un loro en el izquierdo, un parche en el ojo y una pata de palo. Sin duda, ¡una familia de piratas sería la mejor familia del mundo!
Aunque pensándolo mejor… Como aún no podía dormir, Carlota volvió a pensar en cómo sería la familia perfecta. Imaginó que la adoptaba… ¡una familia de domadores de tigres!
Si la adoptaba una familia de domadores, viviría en un circo. Podría pasar el día jugando con los tigres. Rizar los bigotes de los cachorros y contar las rayas de su pelaje. Llevaría un tigre de bengala al colegio para ser la más popular del recreo. Sin duda, ¡una familia de domadores sería la mejor familia del mundo!
Aunque pensándolo mejor… Como todavía no conciliaba el sueño, Carlota volvió a pensar en cómo sería la familia perfecta. Imaginó que la adoptaba… ¡una familia de astronautas!
Si la adoptaba una familia de astronautas, viviría en una nave espacial. Podría visitar todos los planetas. Beber batidos en la Vía Láctea y bailar el hula hop con el anillo de Saturno. Contaría estrellas para dormirse por las noches. Sin duda, ¡una familia de astronautas sería la mejor familia del mundo!
Aunque pensándolo mejor… Con sorpresa, Carlota miró la ventana y descubrió que ya se había hecho de día. ¡Había pasado la noche entera sin dormir y su nueva familia ya había llegado a buscarla!



Los Pérez. Leonor, la nueva madre de Carlota, es funcionaria de correos. No es pastelera pero, todas las tardes al volver del cole, nunca se olvida de comprarle a Carlota una enorme palmera de chocolate para merendar. Roberto, el nuevo padre de Carlota, es agente de seguros. No es un pirata, pero le encanta jugar con Carlota a buscar tesoros escondidos en el descampado del barrio. Elvira, la nueva abuela de Carlota, está jubilada. No es domadora de tigres, pero tiene dos gatos, Bigotes y Bruno, que se pasan el día dormitando en su regazo y les encantan las sardinas.
Pedro, el nuevo hermano de Carlota, estudia en el mismo colegio que ella. No es astronauta, pero ha decorado el techo del dormitorio con estrellas que brillan en la oscuridad para que él y Carlota puedan contarlas por la noche antes de dormir. Y así, bajo el cielo estrellado de su habitación, Carlota Pérez por fin pudo dormir y no tuvo que imaginar más. Había conseguido la mejor familia del mundo.


Reflexionemos:
¿Qué piensas de este cuento?
¿No será que en ocasiones también imaginamos familias perfectas?
Al final, que descubre Carlota?
En qué consiste la tarea de una familia que la hace prefecta?
La Palabra de Dios nos invita a descubrir el sentido y la vocación propia de las familias
Ef. 5, 25-29 ; Lev19,3; Ef. 6,1-2 ; Ef 6,4; Prov. 22,6 ; Sal 44,1 ; Ex 20,12; 3ª Juan 1,4; Ef.5,1-2 ; Ef.6; 1-2 ; Prov. 3 11-12; Prov 1
Para Profundizar:
En el designio de Dios la familia no solo descubre su identidad como una "íntima comunidad de vida y amor", sino también su misión, su cometido que es el de custodiar, revelar y comunicar el amor de, Dios por la humanidad.
Bajo esta luz unitaria hay que ver las cuatro tareas de la familia cristiana en las que se expresa su misión y vocación: Bajo el prisma del amor. Y en ese sentido cada una de esas tareas no es, sino la explicación de ese designio de Dios sobre la familia, y que consiste en esta llamada al amor. Como dice Juan Pablo II en la Familiaris Consortio: Familia "Sé" lo que eres.
* En primer lugar vivir, crecer, perfeccionarse hacia dentro como esposos, padres e hijos y de ahí sale el primer cometido: Formar una comunidad de personas.
*En segundo lugar crecer, perfeccionarse para servir a la vida,. Primero, por una parte: participando en el amor de Dios y en su poder de Creador "mediante la cooperación libre y responsable de la transmisión del donde la vida humana". Segundo, por otra, parte educando a los hijos hasta la madurez.
*En tercer lugar esta experiencia de comunión, fuerza y cohesión vivida dentro de la familia debe proyectarse a la sociedad, siendo el motor del desarrollo de la misma. Este es el tercer cometido: su participación en el desarrollo de la sociedad.
*Y una cuarta tarea, no menos importante, consiste en la edificación del Reino de Cristo en la historia, mediante la participación en la vida y misión de la Iglesia.
San Juan Calabria que siempre insistía en el valor espiritual y material de la vida exhortaba a trabajar incansablemente por la santificación de las familias y reconocía en la unión sacramental una nobleza tal que ayudaría a la reconstrucción del mundo, haciendo florecer en el campo del Señor flores perfumadas y frutos fértiles.
El pedido de que los padres deben ser ejemplo de vida cristiana par sus hijos le impulsaba a decir: “el joven seguirá siempre, también en la edad avanzada el camino que aprendió desde pequeño.” El entendía la importancia de la familia para el desarrollo integral del hombre pleno, por eso trataba celosamente no desvirtuar el estilo de familia” en todos los emprendimientos, su escuelas, institutos, quiso llamarlas “casa”; porque es en el hogar donde uno se desarrolla como persona íntegra.
Adelantándose a sus tiempos proclamó a la familia santuario de la vida y la llamó a ser fiel su vocación.
De que manera concreta soy llamado a vivir la vocación a la vida familiar como laico calabriano?
¿Cómo lo hago manifiesto en mi familia, en el trabajo, en la relación con las personas etc.…?
¿Que desafíos y dificultades encuentro para responder a este pedido? ¿Que me ayuda?
¿Que compromiso concreto me propongo asumir de ahora en adelante?
Orar por las familias
Señor, que quisiste que tu Hijo
naciera y creciera en una familia
te pedimos que bendigas el amor de los esposos
y su fruto: los hijos

Que descubran la alegría de aceptarse
comprenderse y perdonarse
Que puedan superar los momentos difíciles
que les toquen vivir desde el amor,
la fe, la esperanza, la comprensión y la alegría.



Que cada familia, a ejemplo de la Familia de Nazaret
sea un santuario de la vida, donde cada uno
encuentre la vocación a la que ha sido llamado,
y juntos construyan tu Reino
de verdad, de justicia, de amor y de paz.

Virgen María, Madre del Amor hermoso
ruega por nosotros y por todas las familia.
Amén.



En busca de la santidad

EL CUENCO DE LECHE
(Antony de Mello)

Había una vez un hombre que tenía la fama de ser el más santo de su pueblo, puesto que se pasaba el día leyendo la Biblia y rezando. Un día se atrevió a preguntarle a Dios si, efectivamente, era él el más santo de ese pueblo, como la gente decía. Y Dios le respondió que no; que había un hombre que era más santo que él, y le indicó quién era y dónde vivía.


Nuestro buen hombre, movido por la curiosidad, se dirigió hasta el lugar que Dios le había indicado, una cabaña en las afueras del pueblo, y decidió observar de lejos a este gran hombre que según Dios, era más santo que él. El hombre en cuestión era un pobre leñador, con esposa y cuatro hijos que mantener. La observación no resultó muy entretenida, puesto que el hombre se pasó todo el día cortando leña sin parar, excepto para comer algo a media mañana, a la hora del almuerzo y a media tarde, previamente dando gracias a Dios por el trabajo y la comida que le daba. La otra pausa que hizo, fue para ayudar a otro campesino que pasando por ahí, rompió una rueda de su carreta. Eso fue todo lo que pudo observar. De regreso a su casa le reclamó a Dios: "¿Cómo puede ser, Señor, que digas que ese hombre es más santo que yo? Si es un pobre ignorante, que apuesto que jamás leyó la Biblia porque hasta analfabeto es. ¡Y lo único que hizo es pasarse el día cortando leña!". Dios lo hizo callar, y le ordenó que para probar su fidelidad, llenase un plato con leche, y recorriese las calles del pueblo sin derramar nada.




Nuestro hombre, deseoso de demostrar su fidelidad, obedeció al instante. Los habitantes del pueblo lo miraban con curiosidad y más de uno dejó escapar una carcajada al ver a nuestro amigo en tan extraña labor, pero él iba tan absorto en su tarea que podría haberle pasado un camión por encima y no se iba a dar cuenta. Al terminar su recorrido, orgulloso de no haber derramado ni una sola gota, esperó con satisfacción un reconocimiento divino, pero Dios sin decir más nada le preguntó: "Dime, ¿cuántas veces te acordaste de mí mientras caminabas?”. Y el hombre respondió: "¿Cómo iba a tener tiempo de pensar en algo? Estuve todo el tiempo tan concentrado cuidando de no derramar ni una gota de leche que no podía distraerme en otra cosa"."¿Y así quieres ser el más santo del mundo? Ese pobre campesino tuvo que trabajar todo el día para alimentar a su familia, pero sin embargo tuvo tiempo de acordarse tres veces de mí, y de ayudar a otro a reparar su carreta. En cambio tú, en todo el tiempo que llevaste ese plato de leche, no te acordaste ni una vez de mí, y ni siquiera viste a ese niño que te pidió una moneda ni a la anciana que tropezó en la calle y te necesitaba para que la ayudases a levantarse. Si de veras quieres ser santo, debes aprender a cumplir con tus obligaciones diarias, sin dejarte absorber por ellas, dándote tiempo para acordarte de mí y prestar atención a los que te rodean y necesitan de ti."

Reflexionemos:
• ¿Qué era la santidad para este hombre? ¿Por qué creía que era santo?
• ¿Alcanza con hacer cosas buenas para ser realmente santos?
• El señor nos colma de sus dones gratuitamente. ¿Somos conscientes y respondemos a este obrar gratuito del Padre Bueno, de la misma manera? ¿De qué forma lo vivimos?
Que la Palabra de Dios sea nuestra única y verdadera guía para el encuentro con el Señor.
Lev.11, 44; Deut. 6:4-5; Zac 7:8-14; 1ªJn 4:7-12; Rom 12:9-16; 1ª Cor.1, 2; 1ª Ts5:16-24; MT 5,48; Lc 10:25-37; Mt 25:31-46; Lc 1.46-55

Para profundizar

Leamos con atención la palabra de nuestro querido san Juan Calabria
Cfr.: Mis amadísimos hermanos, cartas de san Juan Calabria a sus religiosos. Pág.: 51, 69,184, 275, 282, 276 y otros

Con diversas fórmulas se expresa una realidad fundamental: Dios quiere entrar en comunión con su pueblo, quiere comunicarse con él en un espíritu de reciprocidad y de mutua pertenencia. La iniciativa es siempre de Dios, el cual ofrece, por puro amor y en perfecta gratuidad, liberación, seguridad, certeza para el futuro: “El Señor se ha ligado a ustedes y los ha escogido no por ser más numerosos que todos los demás pueblos, -puesto que son el más pequeño de todos los pueblos- sino porque el Señor los ama. Reconozcan, pues, que el Señor su Dios es Dios, el Dios fiel” (Dt 7, 7-9).
En la raíz de la comunicación está, pues, la gratuidad. El evento comunicativo que rige toda la historia es un evento gratuito y libre: Dios decide comunicarse al hombre entrando con él en alianza. A tal iniciativa libre y gratuita del Dios viviente te exige una respuesta libre y agradecida: la respuesta de la fe. Don Calabria sintió y vivió este espíritu de gratuidad, ya que en todos se sentía indigno y hasta a la misma obra no la reconocía como suya sino como don gratuito de Dios y por eso debía cuidarla
Al mismo tiempo, sabedor de que todo es don gratuito del padre, Don Calabria quería corresponder a este regalo, preocupándose por buscar la santidad.
Él no tuvo visiones celestiales, revelaciones privadas, o arrumbamientos místicos, pero vivió la caridad al máximo grado que pudo, siempre acepto con amor el sufrimiento que Dios permitía en su vida. Todo esto coincide plenamente con el camino de santidad trazado en el evangelio.
El decía: "La santidad no está en lo extraordinario, sino en hacer el propio deber con amor extraordinario."
Calabria
entendió que la santidad es un don gratuito que recibimos en el Bautismo y entendiendo muy bien este llamado, vivió de manera extraordinaria lo cotidiano, con determinación decidió ser santo. “Quiero hacerme santo y gran santo, mis grandes pecados me servirán como sólido fundamento para humillarme. Hoy comienzo” (Don Calabria, Diario, 4 de junio de 1912).
Es este don que recibimos gratuitamente en el bautismo y que somos llamados a perfeccionar cada día para asemejarnos mas a Dios que es Santo.
Cualquiera sea el estado y la condición en que nos encontremos, todos estamos llamados a la perfección o sea a la santidad, porque todos estamos llamados al Evangelio que es la ley de la perfección,
Jesús dice a todos: “Sean perfectos como es perfecto el Padre de ustedes que esta en el cielo” MT 5,48.
Todos los cristianos están llamados a la santidad que consiste en la perfección de la caridad, que se alcanza aceptando la voluntad de Dios en las distintas situaciones y formas de vida: “Así como aquel que llama es Santo, también sean santos en toda su conducta” I Pe. 1,15.


¿De qué manera concreta somos llamado a vivir la santidad hoy como calabrianos, en la familia, en el trabajo, en la relación con las personas etc.…?
¿Qué desafíos y dificultades encontramos para responder a este llamado a la santidad? ¿Qué nos ayuda?
¿Qué compromiso concreto deberíamos asumir de ahora en adelante?

Buscar la santidad

Jesús, maestro bueno, queremos seguir tus pasos
Danos tu Espíritu, para aprender a vivir en santidad.
Muéstranos el camino de la entrega,
infunde en nuestros corazones la vocación por dar.
Ayúdanos a descubrir que "dando se recibe",
Danos tu Espíritu, Jesús,
rompe las cadenas que limitan nuestro amor,
enséñanos a vivir en la generosidad.
Haz que volvamos a la buena nueva de tu Evangelio.
Invítanos a recorrer junto a ti los caminos polvorientos de Galilea
Encontrándote cercano a los que sufren, a los marginados y excluidos,
a los enfermos, a los hambrientos y los pobres.
Danos tu Espíritu, Jesús, ayúdanos a ser fieles
a tu práctica solidaria, en busca de la justicia, por la construcción
de un mundo de hermanos, viviendo la generosidad de la donación,
hasta de la propia vida, para que otros vivan mejor.
Todos tenemos algo para compartir.
Nuestro tiempo, nuestros bienes, nuestros conocimientos nuestra experiencia,
nuestras esperanzas, nuestras alegrías y nuestras luchas.
Danos tu Espíritu, Jesús, ofreciendo y poniendo en común lo que somos,
lo que tenemos, lo que esperamos, con generosidad para vivir el amor.
Y entonces…sólo entonces seremos fieles a la vocación a la santidad.
Amén.

El sol ha dejado de existir

Había una vez un hermoso rosal que crecía en medio de una pradera, junto a una planta de cadillos, fea y sin gracia. A pesar de ser tan hermoso, el rosal no era feliz, y veía con envidia al cadillo, que siempre sonreía e irradiaba una alegría especial.



Un día, el rosal no aguantó más y le preguntó al cadillo la razón de su permanente alegría, a lo que éste respondió:

-Soy feliz porque me siento profundamente amado.
-¿Amado? ¿Y puede saberse quién te ama? Que yo sepa, todos los que pasan por aquí, se detienen absortos ante la belleza de mis flores, y se extasían con mi perfume. En cambio, a ti nadie te mira. No sé cómo nadie te ha arrancado todavía.
-¿Y quién habla de la gente que pasa por aquí?- exclamó el cadillo, -Yo me refiero al sol. El nos ama a ti y a mí, y eso me hace inmensamente feliz.



-¿Amarnos? ¿El sol?- preguntó sorprendido el rosal. -Pero si está allá, lejanísimo. Jamás se nos ha acercado, nunca nos ha dirigido siquiera la palabra. Jamás ha acariciado mis flores, ni se ha deleitado con su perfume. ¿Cómo va a amarnos? Me parece mi amigo, que estás un poco loco.
-No lo creas- replicó el cadillo -Te aseguro que sin él ni tú ni yo podríamos vivir.
-¿Y quién lo necesita?- exclamó molesto el rosal. Y se propuso deshacerse del sol.

Armado de paciencia, consiguió cuatro ramas largas y fuertes, las clavó a su alrededor, y con ramas mas pequeñas y paja, construyó sobre él un pequeño techo, para no ver al sol. ¡Así estaba mejor! Ahora viviría feliz sin ese molesto sol encima suyo. Pronto se dio cuenta que, aunque no veía al sol, aún sentía su calor, por lo que decidió juntar más ramas y construir paredes a su alrededor. ¡Ahora sí! ¡Qué fresco se sentía! Pero pronto notó que todavía quedaban rastros de ese molesto sol: su luz se filtraba a través de las ramas, así que decidió juntar mucho barro, y sellar las paredes y el techo. Una vez concluida la obra, el rosal se sintió satisfecho. ¡Al fin! Ya no quedaba ningún rastro de ese sol intruso. Ni sus rayos, ni su calor, ni su luz... ¡Por fin! ¡El sol había dejado de existir! Y nuestro rosal, en pocos días se pudrió y murió.

Y afuera, el sol seguía calentando e iluminando al cadillo, que crecía sano y feliz...

Reflexionemos...

¿Por qué el rosal no se sentía amado por el sol? ¿Qué hace diferentes al rosal y al cadillo del cuento? ¿En qué consistía el "amor" del sol hacia las dos plantas? ¿Qué características encuentras en el "amor" del sol?

El Amor de Dios tiene las mismas características del amor del sol del cuento. Para ver con mayor detalle su significado; dejémonos iluminar por la Palabra de Dios.
a) (Sal 136,4-9) . (Sal 139,13) " (Sab 11,24-26) (Sal 145,15-16); b) (1Jn 4,10a" (Is 54,10) (Is 31,3) (Mt 5,45 ) ; c) (Is 43,1b) (Is 43,4) (Sal 139,1-3.14-15)

Para profundizar.

Dios es un Padre amoroso que nos ama a cada uno y lo demuestra a cada momento. El amor de Dios es efectivo (no solo afectivo). Es un amor que actúa, que crea, que da vida, que sostiene, que se traduce en hechos concretos. El nos ha regalado el don de la vida y nos lo sigue regalando día a día, dándonos salud, una familia, un trabajo, un mundo donde vivir. Nada de lo que hemos recibido lo hemos merecido antes, todo lo hemos recibido gratuitamente por su amor. No nos ama porque nosotros seamos buenos, sino porque Él es bueno. Su amor es gratuito: nosotros no hemos hecho nada para merecerlo. Nos ama sin esperar nada a cambio, simplemente es preciso darnos cuenta de ese amor y dejarnos amar. Por último, este amor es personal. Nos ama a cada uno de nosotros individualmente, nos conoce hasta lo más profundo y nos dice que somos valiosos para Él.
San Juan Calabria lo había entendido así y lo proclama como su programa de vida, el descubrimiento de aquella noche sin sueño, que abarca toda su vida y da sentido a su obra evangelizadora: “… no olvidemos que la obra nuestra es mostrar al mundo que la divina Providencia existe, que Dios no es extranjero, sino Padre…” San J. Calabria.

Tomemos conciencia que fuimos escogidos personalmente por Dios, que esta elección nos llama y compromete a hacer vida esa paternidad de Dios en nuestras realidades. Que al igual que San Juan Calabria seamos capaces de hacer de este descubrimiento nuestro estilo de vida.




Enséñanos a orar al Padre!
Jesús, amigo y compañero,
te seguimos en el camino al Reino.
Danos fuerzas para ser fieles,
perseverantes, fuertes en la fe,
firmes en la esperanza
y generosos en el amor
que crea nueva vida.
Queremos ser tus discípulos
y caminar tras tus pasos.
Necesitamos tu compañía
y tu aliento constante.
Ayúdanos a discernir
la voluntad del Padre
y a pedir, confiados,
las fuerzas para llevarla acabo.
Señor de la Vida,
enséñanos a orar al Padre.

Enséñanos a llamarlo Papá,
como tú lo hacías.
Haznos sentir su cariño cercano,
muéstranos
su rostro misericordioso
y ayúdanos a escuchar su voz
que nos invita a vivir para dar vida
y construir el Reino en la tierra.
Muéstranos el rostro del Padre,
Jesús amigo, compañero,
amplifica su voz en nosotros,
y ayúdanos a hacer silencio
para escucharle.
Marcelo Murua

Ser faros encendidos


Este era un hombre que se puso a construir un faro en medio del desierto.
Algunos le preguntaban por qué lo hacía y él sólo contestaba que esa era su misión. Otros decían:-¿para qué un faro en medio del desierto? Muchos se burlaban de él y lo llamaban loco, pero el hombre no hacía caso y seguía en silencio su labor.


Un día, por fin acabó el faro. Era una noche sin luna y sin estrellas. El espléndido rayo comenzó a girar en las tinieblas del aire como si la Vía Láctea se hubiera convertido en una loca calesita.


Y sucedió que en el momento en que el faro comenzó a dar su luz, surgió de pronto en el desierto un mar, y hubo en éste, buques transatlánticos, y ruidos de submarinos, de ballenas y puertos con mercaderes de Venecia y piratas de barba roja y holandeses errantes, y sirenas.


Todos se asombraron, menos el constructor del faro; porque él sabía que..."si alguien enciende una luz en medio de la oscuridad, al brillo de esa luz surgirán...muchas maravillas"

¿Qué pensar de este hombre? ¿Por qué a pesar de las burlas no desiste de su construcción?

¿Por qué un faro? ¿ Cuál es su misión?

¿En nuestro mundo, en nuestro tiempo ,siguen siendo útiles los faros?

Este hombre construía un faro en el desierto porque sabía que debía hacerlo. Había recibido esa misión y no podía ni debía dejarla sin efecto por más dificultades que surgieran. Un mandato le urgía : hacer que todos se encontraran con el espléndido rayo de luz del farol que les comunicaría las más hermosas maravillas.

Dejémonos iluminar nosotros también por la luz de nuestro faro: Mt 28,19-20; Hch 13,47-49; Rom 1,16-17; Mt 10,19-20; Mc 16,15; Mc 1, 15

Profundizando

"La Comunicación ha de ser un acto que procura el bien, promueve la verdad, persigue la justicia, busca la belleza".
La raíz latina de comunicar, "comunicare", nos dice mucho del sentido del concepto. Significa compartir algo, poner en común. comunicar está, por consiguiente, en la raíz del cristianismo, no sólo por su origen, digamos técnico, con los géneros de la predicación, de la epístola, sino por su sentido profundo. dios se comunica con el hombre a través de los tiempos, y siendo Dios caridad, resulta entonces que comunicación y amor son, en sentido profundo, inseparables. Es así desde el mismo Génesis. La Revelación es la Gran comunicación, la Buena Nueva. Por tanto, comunicar para los cristianos debería ser, antes que nada, un acto de amor, de caridad.

Este constructor de faros era conciente de esto. El faro debía debía comunicar con su luz, el sendero, la ruta válida para llegar a destino y es por eso que no se deja intimidar por las dificultades sino que comienza a construir ( realiza su misión) para que muchos, todos, encuentren su camino.

San Juan Calabria también era constructor de faros, y muchos también se burlaban de él pero su misión era llevar la luz: Dios es un Padre Bueno y providente, busquen primero su Reino y todo lo demás vendrá luego...

Esa es la misión del laico calabriano, no dejarse guiar por lo que dice el mundo sino ser faros de la divina Providencia que busquen y anuncien el Reino en total abandono en los brazos del Padre.Y entonces, experimentaremos, como lo hizo san Juan Calabria que al brillos de la luz del anuncio del reino...surgirán muchas maravillas.

Nuestra oración

No eres un extraño en mi corazón

No eres un extraño en mi corazón das a mi vida, aroma y calor

eres ese faro que me guía algo sabía...algo intuía.

es a tu manera Y a hora sé que me invitas a caminar

yo no se el porque a dar la mano, a ir descubriendo

pero confío ciegamente que a muchos otros también yo debo

y tendrá su razón de ser... iluminar. Amén.